Pero sobrevino un nuevo cambio. Las políticas arancelarias y la apertura económica adelantadas por el gobierno a finales de los ochenta y principios de los noventa permitieron la entrada al país de mercancías extranjeras a buenos precios y apoyadas en grandes estrategias publicitarias.
Así sobrevino el final de la pequeña Ruge, pero también fue el nacimiento de una nueva generación en la elaboración y comercialización de fórmulas magistrales.
Tras años de experiencia e investigación, el laboratorio de la doctora Josefa Guevara de Pineda se había convertido en una empresa familiar robusta cuya línea principal de producción seguía siendo la formulación magistral dermatológica acompañada de la creación y desarrollo de productos dermatológicos y cosméticos.
Desde entonces, su excelente reputación no ha dejado de crecer entre los médicos. El espíritu de la Ruge halló su cielo con la expansión de puntos de venta en varias zonas de la ciudad. Las nuevas líneas de productos le aportaron un toque cosmético a la formulación médica mediante el uso de colores, aromas, texturas y sensaciones.
Pero el esfuerzo y la dedicación de la doctora Josefa aún dejan tierra abonada para el futuro, pues a mediados de los noventa y hasta hoy, una nueva generación se encarga de su legado.
La creación y desarrollo de productos dermatológicos y cosméticos lanzan a la empresa por nuevos caminos. Esto se materializa en el nacimiento de una marca propia. Contando con excelente imagen y diseños más innovadores, ROPIM logró la certificación en Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) en 2000. Así mismo, la certificación fue rectificada en 2007.
Ahora, ROPIM Laboratorio Farmacéutico está posicionado como creador y productor de medicamentos cosméticos de calidad.